29/04/2025
La inteligencia emocional ayuda a los adolescentes a manejar emociones y construir relaciones saludables, según Harvard
Durante la adolescencia, los cuerpos cambian, las emociones se intensifican y muchas veces los adultos quedan al margen sin saber cómo acompañar. Pero detrás de cada conflicto, de cada cierre o estallido emocional, hay una oportunidad para ayudar a los hijos a desarrollar una habilidad clave: la inteligencia emocional. No es solo una cuestión de madurez; es una herramienta concreta que puede entrenarse y que influye directamente en su bienestar, relaciones y desarrollo.
¿Qué
es la inteligencia emocional?
La inteligencia emocional (IE) es la capacidad de reconocer,
comprender y gestionar las propias emociones y también las de los demás. Según
la Universidad de Harvard: "La inteligencia emocional es fundamental para
construir y mantener relaciones e influir en los demás". Y como señala el sitio
Asana: "Puede que hayas oído hablar de la inteligencia emocional como IE o
coeficiente emocional (EQ)".
Durante la adolescencia, esta capacidad puede marcar
la diferencia. La Universidad de Queensland advierte: "Si tu hijo adolescente
puede usar la inteligencia emocional para reconocer y controlar sus emociones,
estará mejor preparado para afrontar el período, algo tumultuoso, de la
adolescencia".
Cómo
se manifiesta la inteligencia emocional en los adolescentes
·
Un
adolescente emocionalmente inteligente puede:
·
Reconocer
lo que siente y ponerlo en palabras.
·
Prever
cómo reaccionará ante ciertas situaciones.
·
Prepararse
emocionalmente para eventos que sabe que le generarán ansiedad.
·
Escuchar
con empatía, sin asumir las emociones del otro como propias.
También son capaces de admitir lo que sienten, como por ejemplo identificar que les incomoda conocer gente nueva o que se sienten frustrados frente a un examen. Esa autoconciencia es el primer paso para poder gestionar sus reacciones y tomar decisiones más saludables.
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Estrategias
para enseñar inteligencia emocional en casa
La base está en hablar abiertamente de las
emociones. Según la Universidad de Queensland, frases como "los chicos no
lloran" solo refuerzan modelos de masculinidad tóxica y bloquean el crecimiento
emocional.
Una técnica concreta es incluir el reconocimiento
emocional en las charlas cotidianas. En vez de solo preguntar "¿cómo te fue?",
se puede proponer:"Hoy me sentí [X] porque [X]" o "Pasó [X] y me hizo sentir
[X]".Esto ayuda a ponerle nombre a las emociones y empezar a validarlas.
Otra herramienta es reflexionar sobre reacciones
pasadas. Como propone el sitio Understood, si tu hijo resolvió una situación
difícil con calma, reconocerlo. Si actuó con enojo, abrí el diálogo para pensar
juntos otras formas posibles de reaccionar.
Las
familias pueden usar herramientas
Las familias pueden usar herramientas como aplicaciones y música para ayudar a los adolescentes a regular sus emociones (
Herramientas
para ayudar a los hijos a gestionar sus emociones
Una vez que tu hijo logra identificar sus emociones,
el siguiente paso es que aprenda a regularlas. Para eso, existen recursos
concretos:
Aplicaciones móviles ofrecen ejercicios de atención
plena y seguimiento del estado de ánimo. Listas de reproducción en Spotify con
canciones relajantes para momentos de enojo o ansiedad. Salidas creativas como
tocar música, pintar o escribir.
También es importante respetar sus propios métodos
para bajar la tensión. Algunos chicos prefieren jugar videojuegos después de
una jornada estresante; otros eligen moverse o conversar. La clave es ayudarlos
a identificar lo que les sirve y darles espacio para aplicarlo.
La empatía no implica asumir las emociones ajenas
como propias, sino aprender a reconocerlas y validarlas. Como señala Harvard:
"No se trata de cómo te sentirías en su situación, sino de cómo se sienten
realmente".
Una forma de enseñar esto es demostrar buena escucha
en casa. Si tu hijo necesita desahogarse, no interrumpas ni des consejos
automáticos. Escúchalo, valida su emoción y mostrá que entendés su punto de
vista, aunque no estés de acuerdo. La empatía se aprende más por imitación que
por lecciones teóricas.
El desarrollo emocional no depende solo de la
familia. Programas escolares como el aprendizaje socioemocional (SEL) ayudan a
los estudiantes a trabajar sobre sus emociones, la toma de decisiones y la
relación con los demás.
Para acompañar a un adolescente, los adultos también
necesitan desarrollar su propia inteligencia emocional. Margaret Andrews, de
Harvard, advierte que "medir tu autoconciencia es intrínsecamente difícil
porque [...] no sabes lo que no sabes". Muchas veces, el adulto reacciona desde
su impulso, sin registro de cómo impacta en el otro.
Pedir retroalimentación, leer literatura que explore
emociones complejas o practicar técnicas de regulación emocional son formas
eficaces de mejorar el propio EQ. Enseñar inteligencia emocional empieza por
ejercitarla uno mismo.
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