06/01/2025
En la actualidad, más de 330 millones de personas padecen depresión a nivel mundial. Esta cifra es conservadora debido a la complejidad en el diagnóstico y a la heterogeneidad de la enfermedad.
Los trastornos depresivos son una de las principales causas de discapacidad y afectan a múltiples aspectos de la calidad de vida de las personas como el bienestar emocional, las relaciones sociales, la capacidad funcional y la salud física. Por suerte contamos con herramientas para prevenir su aparición, y la actividad física puede ser una de ellas.
El riesgo de desarrollar depresión está influido por
una red de factores genéticos, biológicos, psicológicos, ambientales, sociales
y de conducta. Entre ellos, los estilos de vida poco saludables (como no hacer
suficiente actividad física de forma regular) podrían jugar un papel clave en
el deterioro de la salud mental.
Por ello, identificar estos riesgos y promover
estrategias preventivas puede ser crucial para reducir la incidencia de la
depresión y mejorar la calidad de vida de las personas.
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Nuestro
nivel de actividad física es insuficiente
La actividad física es parte integral de una vida
saludable, pero el 81% de los adolescentes y el 31% de los adultos a nivel
global no cumplen con las pautas recomendadas.
A su vez, dos tercios de las regiones mundiales
registran tendencias al alza en la prevalencia de niveles insuficientes de
actividad física. En 2019, este déficit contribuyó a 830.000 muertes y a 16
millones de años de vida ajustados por discapacidad en todo el mundo. Estas
cifras reflejan un aumento de alrededor del 84% si las comparamos con 1990.
El investigador Steven Blair estudió las fracciones
atribuibles de muertes por todas las causas según diferentes factores de riesgo
y sostuvo ya en 2009 que "la inactividad física es el mayor problema de salud
pública del siglo XXI". Los datos actuales no se alejan de esta afirmación y es
necesario que la actividad física sea una prioridad de salud pública a nivel
global.
Un estilo de vida activo podría influir positivamente en la prevención de la depresión a través de mecanismos biológicos (como la neurogénesis y la reducción de la inflamación) y psicosociales (como el aumento de la autoestima y el apoyo social). Sin embargo, los potenciales beneficios son contrarrestados por el aumento global de niveles insuficientes de actividad física que se ha producido en las últimas décadas.
Este cambio en el estilo de vida no solo amplifica
la incidencia de la obesidad, las enfermedades no transmisibles y la mortalidad
prematura. También contribuye a la degradación del medio ambiente y a una mayor
carga económica por gastos sanitarios y pérdidas de productividad. En esta
tendencia influyen varios factores como la rápida urbanización, las ocupaciones
sedentarias y los sistemas de transporte modernos.
El progreso hacia una reducción relativa del 15% en
los niveles insuficientes de actividad física para 2030 según la meta de la
Organización Mundial de la Salud (OMS) ha sido lento. Según las tendencias de
los últimos años, no se alcanzaría el objetivo propuesto.
Por ejemplo, según el reporte de la OMS sobre el
estado global de la actividad física en 2022, con datos de 166 países, menos de
un tercio presentó pautas nacionales para todos los grupos de edad y poco más
del 40% exhibió estándares de diseño vial para caminar. La promoción de la
actividad física en la población general continúa siendo un desafío.
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03/01/2025
Salud mental