29/10/2024
"La clave para superar las adversidades está en qué hacer con lo que a cada persona le toca vivir", dice convencido Ramiro Cavanillas, lo repite una y otra vez, porque eso es lo que trata de lograr al cruzar todos sus límites día a día. Ramiro tiene 18 años y está a pocos meses de recibirse en el secundario. Cursa su último año en el colegio privado Oakhill de Pilar en un contexto hostil como es la pandemia. Pero no sólo está a punto de cumplir una de sus metas, sino que además usó este tiempo para resignificar su discapacidad. "Aprendí a sacarle provecho, porque creo que capacita", le cuenta a Desmarcarte. Aún no sabe lo que quiere comenzar a estudiar el año que viene -cree que Ciencias de la Comunicación o periodismo deportivo (es fanático de River Plate)-, pero sea cual sea el camino que elija, tiene en claro que su motor interno lo llevará adonde se proponga. Hace dos meses lanzó su canal de podcasts "Ramiro Cavanillas" donde comparte experiencias superadoras para ayudar a otros en su misma situación y desmitificar prejuicios alrededor de la discapacidad.
Es el tercero de
cuatro hermanos, mellizo de Elena, y nació antes de las 40 semanas por parto de
cesárea. Al poco tiempo le diagnosticaron Mielomeningocele, una malformación
del tubo neural. En algunas personas, la discapacidad es mínima o indetectable.
Otras tienen comprometido el movimiento en las extremidades, como es el caso de
Ramiro. Desde muy temprano comenzaron las consultas
médicas interdisciplinarias. Recorrió un largo camino repleto de sesiones de
kinesiología, terapias ocupacionales y siete cirugías de alto riesgo (en la
espalda, cabeza y pies), la primera a los pocos días haber nacido, para mejorar
su calidad de vida.
El camino de la autoaceptación para Ramiro no fue fácil. "Durante mi infancia negué todo lo que me sucedía, tuve dificultades de aprendizaje en el colegio, y también a la hora de socializar. Al entrar en la adolescencia viví una fuerte crisis existencial. Tuve momentos de mucho dolor, bronca e impotencia, con preguntas recurrentes de ¿por qué a mí?". Ese constante autorreproche impactó de manera negativa en todos los aspectos de su vida: en bajas notas en las materias del colegio, distanciamientos con sus amigos y hasta problemas en su casa. "Me quitaba energía, las ganas de estudiar, de estar con mis amigos, me generaba tristeza, me afectaba en mi día a día, en mi seguridad por sobre todas las cosas", recuerda.
En pocos espacios
se sentía tan cómodo como en el agua. "La natación me hacía callar esos
pensamientos por un rato, volvía más tranquilo a casa, y motivado. Por eso
muchos de mis podcasts son sobre esta temática". Entonces, vino el primer gran
paso al cambio. Una charla reveladora frente a su clase. Ramiro debió
prepararse para este nuevo reto: ordenar lo que quería transmitir, aprender a
hablar en público y sobre todo abrir su corazón. "Les conté de qué se trataba
mi malformación, como lo había enfrentado y vivido durante todos estos años de
escuela... y me sentí mejor conmigo mismo. Cada uno me escuchó y me dio su
mirada acerca de la vida, no estábamos en lugares tan lejanos".
Con un efecto liberador y catártico, quiso seguir haciéndolo, y lo pudo concretar en otras instituciones como el Colegio Michael Ham y en El Buen Ayre, frente a otros adolescentes. Pero la llegada de la pandemia, y el aislamiento lo obligó a parar. "Me frustré porque era un proyecto personal que me gustaba y podía intercambiar constantemente experiencias, me hace sentir menos distinto. Es un canal que encontré para visibilizar lo que atraviesan algunas personas con discapacidad, y derribar la desigualdad que aún hay. No somos personas que no pueden, en todo caso somos personas que pueden de una forma distinta" Resiliente, con empuje, a los dos meses del encierro se propuso adaptar sus charlas y migrarlas al mundo digital. Allí descubrió que tendría aún más alcance. "Empecé contactando a referentes del deporte -porque creo que es algo que ayuda mucho- como Facundo Arregui, nadador de selección paraolímpica argentina. Los entrevisté y grabé. Edité, y lo transformé en un podcast", recuerda sobre ese proceso.
Tuvo tan buena
repercusión, que decidió seguir ampliando su red. Le siguieron Enrique Plantey,
esquiador Paralímpico, Elias Lucero, paratriatleta amateur, entre otros. Ya
suma unos 25 episodios que logran un alcance importante, y piensa ir por más. Este
2020 será bisagra para él, primero por superar su crisis personal de
aceptación, luego por terminar la escuela, algo que siempre fue un desafío, y
por último encontrar su espacio para comunicar su manera singular de vivir la
vida. "Me encanta esta frase de Matias -ese chico que conoció en la pileta y
hoy es un gran amigo-: 'La discapacidad capacita, y eso es lo que trato de
hacer'. Por momentos es la peor enemiga, por momentos nuestra mejor
amiga".
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