11/11/2024
El licenciado Gabriel Cartañá visitará próximamente Santa Fe con su conferencia "Las 5 vidas que vivimos: ¿azar o decisión?", una invitación a reflexionar sobre los múltiples caminos que tomamos a lo largo de nuestra existencia. Cartañá, conocido por su enfoque directo y participativo, promete una noche de introspección y descubrimientos, animando al público a vivir plenamente cada una de sus vidas. Como anticipo de esta charla interactiva, El Litoral dialogó con el psicólogo para adentrarse en esta propuesta y en traslado del consultorio a la comunicación de masas.
-¿Qué se puede contar de "Las 5 vidas que vivimos"?
-El objetivo
de la charla es responder preguntas, es hacernos preguntas entre el público y
yo; y ver si en una interacción, en una dinámica con el público se pueden ir
respondiendo. ¿Qué preguntas? La primera pregunta que busco responder es si lo
que terminamos siendo, si la vida que terminamos construyendo, la personalidad
que terminamos armando, es el resultado del azar, del destino, de la suerte, de
la vida; o es el resultado de nuestras propias decisiones, buenas y malas.
¿Cuánto influye el azar y cuánto influyen nuestras decisiones?
Un promedio
de expectativa de vida de una persona de hoy en día, adulta, es de unos 80
años. ¿Vivimos una vida de 80 años o en 80 años vivimos más de una vida? Planteo
que en 80 años vivimos cinco vidas distintas; y el encuentro es ir describiendo
cada una de esas vidas, que tiene un propósito distinto, tiene una necesidad
distinta, tiene dificultades específicas; para que cada uno de los que están
ahí puedan ubicarse y darse cuenta de (más allá de la edad que tengan) qué vida
están viviendo en este momento. Para poder saber qué tienen que hacer para
satisfacer la vida que están viviendo en este momento y para poder avanzar a la
próxima.
-Y
cómo hacer para vivir la que querrían.
-Más que la que querría, la que necesito. La gente
se suele debatir entre "lo que debo" y "lo que quiero", y vive en eso: en una
tirantez; como si de un brazo le tira el querer y del otro brazo le tira el
deber. Y a veces la solución a ese dilema tiene que ver con una tercera opción:
no preocuparnos pronto por los que debemos ni por lo que queremos, sino por lo
que necesitamos. Cuando empezamos a poner el "necesito" en la lupa, nos damos
cuenta que tal vez se nos abren otras alternativa de conducta. Porque no nos
planteamos: Voy a hacer esto porque debo hacerlo o voy a hacer esto porque
quiero, sino que voy a hacer lo que necesito hacer.
-¿Cuánto
de pequeñas decisiones (que a lo mejor uno no las sopesa) son parte de eso que
nos termina llevando para un lado que quizás creemos que no lo decidimos?
-Es buena tu pregunta: hace mucho tiempo que me he
dado cuenta de que la vida nos va marcando no por las grandes decisiones, sino
por la suma de pequeñas decisiones. Un ejemplo: cuando yo tenía 21 años (hace
33), era un sábado a las diez y media de la noche, no había Internet, no había
264 canales, sólo los cuatro canales de aire. Era un jovencito que iba a bailar
siempre a un boliche, y dije: "¿Hoy tengo ganas de ir a bailar o no? No sé: si
hay una buena película me quedo; si no, voy". Cambié los cuatro canales, no
había nada y fui a bailar. Y esa noche, ese sábado de enero, conocí a la que
terminó siendo mi segunda mujer, durante siete años, con la cual tengo una
hermosa amistad hoy en día. Y esa mujer, después de separados (años después)
fue la que me impulsó para que estudie psicología; así que, si hoy soy
psicólogo, en alguna medida es porque ese sábado del año 89 decidí ir a bailar;
y conocer una persona que me impulsó a estudiar una carrera.
En ese momento yo no sabía que esa decisión de ir a
bailar iba a ser tan significativa en mi vida. Bueno, muchas veces nos pasa
eso: muchas veces pequeñas decisiones nos tuercen el camino y nos ofrecen
oportunidades; nosotros decidiremos si las tomamos o no.
Psicología
para todos
-¿Cuánto
se vuelca de la experiencia de la clínica en esta en esta puesta en común? ¿Es
un resultado de lo que aprendido con los pacientes?
-Me nutro mucho y aprendo mucho de mis pacientes.
Aprendo mucho de la terapia que tengo con ellos, siempre salgo muy enriquecido
de las terapias. No anoto, pero tengo un pizarrón en mi consultorio, de esos
blancos con fibra; y muchas veces me encuentro que estamos hablando,
desarrollando una idea, un concepto, trabajando una dificultad con un paciente;
y me viene una suerte de epifanía, me paro y anoto dos, tres palabras, porque
si no después me las olvido. Y después a la noche desarrollo un concepto, una
idea, que puede terminar volcándose en un capítulo de un libro, en una obra de
teatro, o en un video para redes sociales.
-¿Cómo
fue dar el salto del consultorio, de la cátedra o de ser perito psicológico del
Poder Judicial a pensar cómo comunicar estas cosas tanto en radio, a través de
estas charlas itinerantes, a través de diferentes soportes audiovisuales y
libros?
-Un poco oportunidades que el azar me puso adelante,
y que las tomé. Conocí hace muchos años a Beto Casella, por una cuestión de
amistad; y él un día me dijo: "Te llamo porque te quiero hacer una consulta
para un tema de la radio". "Sí, llamame". Y la comunicación con la radio parece
que salió buena. Después me dijo Beto: "Che, parece que tuvo mucha repercusión
lo que dijiste, venite un día que te invito, hacemos una entrevista más larga",
así que un día fui. Otro día me llevó a "Bendita"; luego de que aparecí ahí me
empezaron a llamar de otros programas. A mí me parecía divertido ir, comunicar:
siempre me gustó comunicar, tengo alma de docente. Después me invitaron a algún
programa, después aparecieron las redes. No fue algo planeado: fueron pequeñas
oportunidades que fui tomando. En el camino hubo muchas cosas que hice que no
sirvieron, infinidad de cosas. Soy un tipo que prueba todo, y después veo:
algunas funciones y otras no.
-Lo
bueno es tener ya la teoría para pensar cómo guiar esa carrera.
-Por lo menos en mi caso particular, el tener el
conocimiento teórico de determinadas variables a mí me hace sentirme obligado
(para conmigo mismo, no para con los demás) a cumplir con esto. Es decir: si
estoy frente a un paciente en el consultorio que viene lidiando con la
inseguridad, que sufre celotipia, es una persona celosa, compulsiva, y me
cuenta que tiene la tentación, o que de repente le revisó el celular a su
pareja; y yo le aconsejo estrategias: le digo que ese no es un buen camino y lo
impulso a que no lo haga; yo después a las dos de la mañana no puedo revisar el
de la mía. No puedo, porque después no me puedo mirar al espejo. Si yo le
reviso el celular a mi pareja, aconsejando profesionalmente que eso está mal,
no me siento un hombre celoso, me siento mal profesional: siento que le estoy
mintiendo a mi paciente. Porque entiendo que tengo que ser consecuente con lo
que aconsejo.
Insatisfacción
movilizante
-Volviendo
un poco al tema central de la propuesta, ¿puede ser que la insatisfacción con
la vida propia sea el gran tema del presente?
-De alguna manera vamos en la vida tratando
aprendiendo a lidiar con lo que queremos, con lo que podemos y con lo que
necesitamos; y en ese juego tenemos que aprender a lidiar en determinados
momentos con sentirnos insatisfechos. Sí, la insatisfacción nos hace motivarnos
para seguir haciendo cosas, para plantearnos propósitos, y trabajar para ellos.
Si estuviéramos completamente satisfechos sería una
vida muy aburrida; si tuviéramos todo lo que queremos, todo lo que debemos
tener y todo lo que necesitamos, por completo, ya está, se acabó: ya no hay
nada por qué pararse, ya lo tengo todo. El deseo muere cuando uno obtiene el
objeto deseado; ponele que paso por una tienda de celulares y veo que hay un celular
que me gusta. Lo voy a desear mientras esté en la vidriera; una vez que me lo
compré ya no lo deseo más, porque ya lo tengo. Lo puedo disfrutar o padecer, si
la compra fue buena o mala, pero ya no lo deseo más. Somos seres deseantes,
está bueno desear y trabajar para obtener aquello que deseamos; una vez que lo
obtenemos tenemos que salir a desear otra cosa.
-Hay
una insatisfacción que impulsa a seguir moviéndose; y hay una insatisfacción
más inmóvil que es como una patología.
-En la salud mental las patologías siempre tienen
que ver con los extremos. Sentirme parcialmente insatisfecho es una energía que
hace que me mueva; pero sentirme completamente insatisfecho (a menos que de
verdad esté insatisfecho, que no tenga ni lo básico), si como se dice vulgarmente
"no hay p... que me venga bien", ahí lo que tengo es un extremo. Y todos los
extremos en la salud mental son patológicos, porque la salud mental tiene que
ver con el equilibrio, que no es ni un extremo ni el otro: ni sentirme
totalmente satisfecho, porque eso me hace apático, ya no tengo nada por qué
luchar, ni sentirme totalmente insatisfecho, porque eso hace que la vida sea
más un sufrimiento que un placer.
De
gira
-¿Cómo
sigue el año en los distintos proyectos?
-Fundamentalmente estoy con "Las 5 vidas que
vivimos", que acaba de arrancar: prácticamente la estoy estrenando en Santa Fe.
Vamos a ver qué respuesta tiene el público, que va a decir si está buena, si no
lo está, si les gusta, si no les gusta: lo estoy chequeando con ellos, y lo voy
a chequear con la gente de Santa Fe. Seguiré con esta gira que arranca ahora
todo el año, y después seguir con mis pacientes, la radio, la tele; y estoy
terminando el cuarto libro. Así que con mis cosas: mi trabajo, mi familia y
tratar de disfrutar lo que disfruto de mi vida.
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