05/03/2025
Él se ofreció a llevarme", recuerda Irma. Desde ese momento comenzaron a pactar encuentros: "Nos juntábamos a almorzar, a tomar mate a la tarde y nos acompañábamos a hacer los trámites", dice la mujer. Pese a que la relación prosperó, y ya llevan un noviazgo de tres años, decidieron seguir viviendo en casas separadas. "Hay diferencias de carácter que perjudicarían la convivencia. Por eso nos pareció mejor mantenernos así", cuenta Irma.
"La capacidad de
amar es importante, no hay que pensarla en segundo plano a ninguna edad"
Comenzar
una relación amorosa después de los 60 implica atreverse, confiar en uno mismo,
tener ganas de volver a empezar, exponerse frente a un otro, asumir los riesgo
de un posible fracaso, desafiar prejuicios y vencer el pudor de mostrar un
cuerpo gastado por los años. No es fácil y, como agravante de la situación, es
un tema del que poco se habla. El amor y la pasión parecerían relegarse
necesariamente con el paso de los años. Para algunos será así, pero en otros el
deseo se mantiene intacto.
La
escritora chilena Isabel Allende (72), recientemente separada después de haber
estado 27 años en pareja, confesó sentirse "muy sola", en un entrevista que dio
a una revista, y se mostró abierta a la posibilidad de un nuevo amor: "Antes a
los 30 años se suponía que eras maduro y a los 50 eras viejo. Esto se ha ido
corriendo. A los 70 todavía se puede pensar en una persona activa, trabajando,
enamorada. Se suponía que después de la menopausia, después de los 50 años, una
mujer no tenía interés en enamorarse o en la vida sexual. Eso ha cambiado
porque la cultura lo promueve. Tengo 72 años y estoy lista para enamorarme de
nuevo. Sé que tengo la capacidad de enamorarme tan perdidamente como a los 20.
Y hacer las mismas estupideces que hice a esa edad", sostuvo.
"El
amor después de los 60 o de los 70 es revitalizador y mejora la calidad de
vida", afirma Virginia Viguera, psiquiatra jubilada, dedicada a la educación de
adultos mayores. Y asegura: "La capacidad de enamorarse no se pierde porque uno
envejece. Alguien dijo que 'uno se hace viejo si pierde la capacidad de amar'".
La
especialista plantea que el amor y la sexualidad pueden experimentarse de forma
diferente en las personas mayores: "En detrimento de la pasión toman más fuerza
otros sentimientos, como la ternura", y cuenta que en estas relaciones los
momentos compartidos se vuelven cruciales para el vínculo, como también el
acompañamiento y el apoyo mutuo.
Sara Iajnuk, medica geriatra diplomada en gerontología, que el año pasado dictó un curso de "Sexualidad en los adultos mayores" en el Pepam (Programa de educación para adultos mayores), enfatiza: "La capacidad de amar es tan importante como comer, dormir o trabajar. No hay que pensarla en segundo plano a ninguna edad".
"Quizás
ya no entra en juego el sexo puramente físico, pero hay un compromiso emocional
muy grande", dice Iajnuk, y diferencia entre genitalidad y sexualidad: "La
genitalidad incluye la penetración por los órganos genitales. En la sexualidad
está el erotismo, las caricias, hay sexualidad sin penetración. Se establece
otra intimidad que se lleva a la cama. Entran en juego los sentimientos, los
pensamientos, la totalidad de la persona".
Aunque
la sociedad va mostrándose cada vez más abierta a dialogar sobre diferentes
temas y contempla situaciones que "escapan" de lo convencional. Poco se habla
del deseo de los "viejos". De esta manera, quienes todavía tienen ganas de amar
sienten vergüenza. Como si sólo los jóvenes gozaran del derecho al romance.
"Las viudas que
fueron felices hacen una segunda pareja. Están mejor preparadas"
La
reconocida filósofa Esther Díaz (75) cuenta, en diálogo con EL DIA, que
perteneció a la generación de jovencitas que recibían una educación sexual
represiva y llegaban vírgenes al matrimonio. Confiesa que recién después de los
50 comenzó a redescubrir y a disfrutar de la sexualidad. Paralela y
progresivamente, sentía que socialmente se le iba negando el derecho a gozar.
"Hay
un tabú con el tema que proviene de la sociedad machista y patriarcal en la que
vivimos. Salvo en casos aislados, los hombres cuando envejecen también dejan de
tener poder y los van haciendo a un lado", dice la filósofa, y plantea que
"todo" lo que no se ajuste al patrón que se promociona como ideal, en cuanto a
la edad y al cuerpo "deseable" va quedando afuera del sistema: " Y lo digo en
mi calidad de mujer y de persona mayor. Este sistema también incluye la idea
del amor, de la pasión. Por supuesto que también se da, pero a contrapelo de la
sociedad".
Díaz
plantea que "como los viejos no tienen nada que hacer dentro del patrón ideal"
pasan a llamarlos abuelos: "La gente lo dice sin darse cuenta, con ternura,
pero es una ofensa espantosa: Yo prefiero que me digan atorranta a que me digan
abuela, porque quiere decir que dejaste de tener identidad propia, sos en
función de tu descendencia, que por otro lado, no te da artículo. Decirle
abuela a una persona es dejarla sin nombre. Da la pauta de que ya no podés
aspirar a la intimidad con un hombre. Dejaste de ser deseada y entonces te
mandan a cuidar nietos".
La
filósofa plantea que otra dificultad reside en que existen pocos espacios donde
la gente grande se pueda conocer: "Los lugares de solos y solas son nichos en
los que suele haber una miseria humana que espanta. Como no está aceptado que
los "viejos" también quieren ir a bailar, como pasa con la juventud, sólo
existe algunos reductos marginales ".
En
este sentido, otro problema que enfrentan las personas mayores tiene que ver
con los recursos económicos: "Un hombre que quiera invitar a almorzar a una
mujer y después llevarla a un hotel, porque comparte la casa con su hijo, sabe
que se le va el 20% de la jubilación", señala Iajnuk.
También los hijos de los adultos mayores con ganas de enamorarse muchas veces se convierten en un obstáculo para la incipiente relación. "La pregunta que repiten es: ¿Qué necesidad tenes vieja a esta edad?; ¿ya te olvidaste de Papá?, ¿qué va a opinar la gente? Generalmente los hijos protestan más a las mamás que a los Papas", cuenta Viguera.
Lee mas: Cómo los padres pueden poner límites para adolescentes conflictivos
"Decirle
abuela a una persona es dejarla sin nombre. Da la pauta de que ya no podés
aspirar a la intimidad con un hombre"
La
especialista plantea que algunas personas logran relaciones más satisfactorias
después de los 60. "En especial las mujeres sobre las que la educación
fuertemente represiva, en cuanto a gozar y expresar, hizo estragos. De grandes
se encuentran con una posibilidad de sentir y de amar diferente", dice.
Sin
embargo, la mayoría de las mujeres que fueron infelices en su matrimonio se
niegan a una nueva oportunidad de amar. Les cuesta más saltar la barrera de
prejuicios y miedos.
"La
experiencia anterior condiciona las nuevas relaciones. Las viudas que fueron
felices hacen una segunda pareja. Están mejor preparadas para formar otra y
parece que el hombre lo percibe. Tienen un halo distinto, no reniegan de la
vida y es probable que sean más encantadoras y atractivas. Manejan mejor las
reglas de la coquetería", dice Iajnuk.
Frente
al aumento de la expectativa de vida y, por ende, al envejecimiento de la
población, comienzan a reformularse algunos esterotipos. Aunque todavía es muy
reciente, empiezan a circular imágenes de mujeres mayores en las que no
aparecen asociadas a su rol de abuelas, si no que se las muestra como personas
con estilo propio, que bien podrían marcar tendencia.
Las
marcas Saint Laurent, Céline y American Apparel son algunas de las que
eligieron a mayores de 60 para que protagonicen sus anuncios publicitarios:
lejos del estereotipo 'abuelístico', muestran señoras "cool", que visten a la
moda.
"Yo
sé que muchas mujeres se asumieron como abuelas y es probable que repitan el
discurso hegemónico: 'yo ya no, a esta edad ya cerré el quiosco'. Aunque no sea
fácil, yo no cierro ningún negocio. Mientras estemos vivos hay deseo. No creo
que tenga fecha de vencimiento", dice Esther.
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