04/12/2024
Lo que le habían contado ese día fue que un grupo de chicas de otro curso había descubierto que uno de sus compañeros tenía fotos de estudiantes del colegio a las que había desnudado con inteligencia artificial. Una de ellas logró hacer fotos de algunas de esas imágenes con su celular y empezó a alertar a las afectadas.
Si bien hacía varios
días que la escuela estaba al tanto de lo que pasaba, hasta ese momento la
familia de Lucía no había sido contactada por nadie del colegio, una
institución de gestión privada de la ciudad de Buenos Aires de la que La Nación
no dará más detalles para preservar la intimidad de las víctimas. Por esa misma
razón, los nombres de las protagonistas de esta historia no son los reales.
Esa misma noche,
Florencia logró hablar con otra madre y acceder a dos fotos de su hija. Todavía
hoy no sabe si hay más imágenes. "Me imaginaba una falsificación burda, digna
de alguien sin experiencia en estas cosas. Pero eran muy realistas. Me shockeó
tanto verlas, que no quise compartírselas a Lucía", reconoce la mujer.
Una de las imágenes
usadas para la falsificación había sido tomada en una quinta. Florencia la
reconoció al instante porque había estado presente aquel sábado de calor
agobiante. Lucía vestía un short de jean y un corpiño de malla que en la foto
trucada habían desaparecido. En su lugar se habían insertado zonas de desnudez.
El mismo mecanismo se
había usado para la segunda imagen, en la que Lucía posa con una amiga. "La
mamá de la nena les había sacado la foto mientras estaban en la pileta. Lo sé
porque me la pasó por WhatsApp aquel día", explica la mujer. "Es increíble cómo
algo tan inocente se puede transformar en una cosa tan perversa", dice con
indignación.
Una
forma de violentar a las adolescentes
Los expertos lo llaman
deepfake porno, un tipo de violencia sexual digital que pone a todo el mundo en
riesgo. Mediante el uso de aplicaciones y plataformas que incorporan
inteligencia artificial se pueden fabricar desnudos y hasta videos sexuales de
cualquier persona con solo cargar un insumo: fotos o videos reales de una
persona. En los últimos años, mujeres famosas como Taylor Swift, Scarlet
Johanson, Gal Gadot o Ema Watson fueron víctimas de este delito.
Sin embargo, ahora,
este año, se convirtió en uno de los principales motivos de preocupación en
muchas escuelas secundarias del país. Esa forma digital de violentar a mujeres
se instaló entre los adolescentes. A mediados de octubre, por ejemplo, se hizo
público el caso del alumno de un colegio privado de San Martín que no solo
había falsificado decenas de desnudos de sus compañeras sino que además vendía
esas imágenes. La maniobra había sido descubierta por otro estudiante que se
hizo pasar por comprador.
Con la difusión del
caso, empezaron a conocerse situaciones similares en otros puntos del país,
como Río Negro, Córdoba, Chaco y Entre Ríos. En los últimos meses, las dos
fiscalías especializadas en cibercrimen de CABA recibieron una decena de
denuncias de familias cuyas hijas fueron víctimas de este tipo de prácticas.
"Casi todos se dieron en ámbitos escolares, entre compañeros de colegio",
contextualizó el fiscal Tomás Vaccarezza, a cargo de la Unidad Fiscal N° 17,
especializada en Delitos Informáticos.
Pero a pesar de la
proliferación de casos que detonan en el ámbito escolar, los colegios no
cuentan con un protocolo de actuación ante este tipo de situaciones. Y lo que
evidencian los detalles de cada caso, es que cada rectoría lo maneja a su
criterio, según los recursos con los que cuente y la idoneidad de los que estén
a cargo.
"El uso de esta
tecnología crece a tal velocidad entre los adolescentes que el problema de los
denudos producidos con IA podría superar al problema que hay por la compulsión
a las apuestas online", alerta Hernán Navarro, director de Grooming Argentina,
una ONG que lucha contra el acoso sexual a niños, niñas y adolescentes en
entornos digitales. El especialista recuerda que ya en diciembre del año
pasado, después de dar una charla en un colegio bonaerense, una alumna se
acercó para contarle que estaba dando vueltas una foto falsa de ella en la que
se la veía desnuda en su cumpleaños, soplando las velitas de una torta.
Navarro afirma que en
el último año las consultas por deepfake porno de parte de colegios, familias y
de las propias víctimas crecieron de manera "alarmante". "Especialmente, en los
últimos seis meses", puntualiza y describe el contexto en el que ocurren: "La
inmadurez sexual de los chicos combinada con el auge de las plataformas con esta
funcionalidad y el desconocimiento de estas tecnologías por parte de los
adultos generaron la tormenta perfecta". Por eso, remarca: "Es importante no
dejar solos a los chicos en el mundo digital". Por lo general, no son
conscientes del daño que pueden generar con estas prácticas".
Se consultó a las
secretarías de Educación de la Nación y de la Provincia de Buenos Aires para
saber si están trabajando el tema de alguna manera pero no obtuvo respuesta. En
el caso de CABA, fuentes del Ministerio de Educación hicieron saber que no
cuentan con casos de estas características en las escuelas de gestión estatal.
Sobre las de gestión privada no dieron detalles, pero este medio pudo saber que
las instituciones que presentan casos los manejan en forma privada y no siempre
informan al Ministerio.
Para Milagros Schroder,
coordinadora de la Faro Digital, una ONG que trabaja por entornos digitales
seguros para niñas, niños y adolescentes, no se trata de un problema digital
sino de una problemática social mediada por pantallas. "Las escuelas tienen que
estar capacitadas. Una cosa es el abuso sexual de una persona mayor a una
persona menor y otra cuando todos los involucrados son adolescentes. Es clave
contar con un protocolo", analiza.
El deepfake porno toma
como víctimas sobre todo a niñas, adolescentes y mujeres y su crecimiento
genera preocupación en el mundo entero. Según informes de organizaciones
internacionales como la Alianza Global We Protect, que reúne a gobiernos,
empresas y ONG, es el anabólico que aumentó de forma exponencial la oferta de
material en las redes de pedofilia en los últimos años. Por ejemplo, de acuerdo
con la Internet Watch Foundation, organización que lucha contra la explotación
sexual digital contra niños, niñas y adolescentes, entre 2020 y 2022, la
generación por IA de este tipo de imágenes había crecido un 360 por ciento.
"Los adolescentes que
generan este tipo de imágenes terminan siendo funcionales a las redes de
pedofilia", alerta Navarro. La razón es simple: si todo lo que hacemos en el
mundo digital deja huella, lo mismo ocurre con la generación de este tipo de
contenido. Dicho de otra manera: muy probablemente toda imagen que se genere,
se esté cediendo en forma gratuita al sitio o aplicación que se usó como medio.
"Siente
ansiedad y vergüenza"
"Si ya de por sí, la
viralización de videos o fotos de una persona sin su consentimiento es
tremendamente perjudicial para esa persona, imaginate lo que significa saberse
víctima de la viralización de un contenido que ni siquiera es real", dice
Celeste González, especialista en ciberseguridad y parte del grupo que promovió
en nuestro país el reconocimiento de la violencia sexual digital como una forma
de violencia de género.
"Las chicas sienten
ansiedad y vergüenza. Como se trata de contenido falso, tienen miedo de que les
afecte la reputación. Cuando este tipo de contenido se viraliza, pierden la
confianza en sí mismas y se sienten constantemente espiadas: si alguien las
mira, temen que sea porque esa persona vio su foto o video", puntualiza
González, quien recuerda que los delitos digitales no quedan en el mundo
digital. "Lo virtual afecta la vida real", advierte.
Pero aunque González
habla de delito, la generación de contenido mediante el uso de la inteligencia
artificial no está tipificada en nuestro Código Penal. Y si ya de por sí el
vacío legal deja desprotegida a la víctima, hay un detalle adicional: si el
adolescente que generó las imágenes es menor de edad, es inimputable. Entonces,
¿cómo repara el daño que generó?
Volvamos al caso del
principio. "¿Y si el día de mañana, un chico que me gusta o en un trabajo me
muestran esas fotos?", fue la pregunta que le hizo Lucía a su mamá hace algunas
semanas. "Yo le dije que la de las fotos no era ella, que eso era lo que
tendría que responder si le pasa algo así. La pregunta es por qué tiene que
pasar por el miedo de que todo esto le vuelva como un bumerang. Es muy
injusto", dice la mujer con enojo.
El abogado que asesoró a los padres de la adolescente, especializado en estos
temas, les aconsejó que concentraran las energías en fortalecer a su hija
porque la vía judicial podía llevar años, revictimizar a la chica e incluso no
llegar a ningún lado.
Ante la falta de una
figura penal que sancione la producción de este tipo de material, el
especialista en derecho digital y profesor de la UBA Fernando Tomeo explica que
si la familia de la víctima busca una reparación o sanción, por el momento solo
cuenta con la posibilidad de recurrir a la justicia civil y demandar por daños
y perjuicios a quien generó las imágenes o a su familia, en caso de que sea
menor de edad. También puede recurrir a la plataforma digital que tiene las
imágenes y pedir que las baje, ya sea en forma individual o con el
acompañamiento de un abogado especializado en este tema.
"La víctima sufre un daño
psicológico y ese daño tiene que ser reparado", sostiene Tomeo, aunque
relativiza que un litigio de este tipo funcione como reparación. "Un juicio
civil requiere de recursos y tiempo. Primero, hay que probar que el chico
generó las imágenes y ese proceso puede llevar años", reconoce.
El fiscal Tomás
Vaccarezza afirma que en los últimos meses las dos fiscalías especializadas en
delitos informáticos (la suya y la Unidad Especializada en Delitos y
Contravenciones Informáticas) recibieron unas 10 denuncias de familias cuyas
hijas fueron víctimas de este tipo de violencia.
En la gran mayoría de
las denuncias se comprobó que los generadores del material eran adolescentes.
"Si bien la generación de contenido mediante inteligencia artificial no está
específicamente legislada, vamos a avanzar con la imputación por producción de
material de explotación sexual infantil. Veremos qué resuelve la Justicia",
agrega Vaccarezza consciente de otra limitación: los menores son inimputables.
El
fiscal explica que en la mayoría de los casos la situación fue la misma: uno o
varios adolescentes alteran imágenes de sus compañeras para que parezcan
desnudas y las comparten en un grupo de WhatsApp.
"Lo que tiene este
delito es que no sabés quién está detrás. Uno supone que son menores, pero
puede haber un mayor, por eso es importante investigar", dice Vaccarezza, quien
agrega que ,en general, los adolescentes no tienen real conciencia de la manera
en que esta práctica afecta a las víctimas. "Nos sorprende cómo se sorprenden
los padres cuando hablamos con ellos. En general, se involucran y los chicos
terminan reconociendo lo que hicieron", dice.
De
la penalización a la prevención
Actualmente hay dos
proyectos de ley que buscan modificar el artículo 128 del Código Penal para que
la generación de material mediante inteligencia artificial esté penalizada. Por
otra parte, Florencia Zerda, abogada e integrante de Género y Tic, organización
que trabaja por la erradicación de la violencia de género en el ámbito digital,
recuerda que nuestro país reconoce a la violencia digital como un tipo de
violencia de género, gracias a la sanción de la ley Olimpia en octubre del año
pasado.
"Ahora necesitamos que
se trate en el recinto el proyecto Ley Belén, que castiga, entre otros delitos,
la difusión no consentida y el armado de este tipo de material mediante
inteligencia artificial. El proyecto está en la comisión de Legislación Penal.
Esperamos que tenga dictamen pronto", agrega la especialista.
Pero cualquier avance
en materia legal o penal, aunque saludable y necesario, no alcanza a los
menores de edad. En este punto, para los especialistas es clave la forma en que
se aborde la problemática en las escuelas. "Las instituciones educativas tienen
que buscar el asesoramiento de equipos especializados porque es clave no
revictimizar. Es un tema complejo que no involucra únicamente lo digital. Tiene
un fuerte componente de género", puntualiza Milagros Schroder, Faro Digital.
Para la especialista,
es necesario que las escuelas traten el tema con un enfoque puesto en la
prevención. "Es clave una educación digital integral, en el que se aborden los
vínculos entre personas mediados por pantallas y los vínculos con la
tecnología", sostiene.
Pero si se trata de contener una situación, la especialista en educación y tecnología Melina Masnatta considera que es importante que la escuela intervenga de inmediato. "Estos son temas que requieren agilidad. Hoy más que nunca, los gabinetes psicopedagógicos tienen que contar con los conocimientos necesarios para abordar el tema en su complejidad y dejar en claro que, en este juego, todos pierden", analiza.
"El
colegio citó a todos los padres"
Ese fue el objetivo que
se propusieron los directivos de un colegio privado de la provincia de Buenos
Aires el año último, cuando un grupo de alumnas de uno de los cursos
intermedios descubrió que sus compañeros habían trucado fotos de ellas y las
estaban haciendo circular en un grupo de WhatsApp.
"Al día siguiente, el
colegio citó a todos los padres del curso y nos puso en tema. La primera
reacción de los chicos había sido la de minimizar y nadie quería hacerse
cargo", recuerda la madre de una de las víctimas, que pide permanecer en el
anonimato y no dar los datos del colegio para cuidar a su hija. "A algunas
chicas no les afectó tanto y a otras las angustió mucho el tema", dice la
mujer, quien considera que el colegio actuó en forma adecuada.
"Enseguida organizaron
talleres. Primero, por separado y después con todo el curso. Las chicas
pudieron decirle a los chicos cómo se habían sentido vulneradas y ellos
terminaron entendiendo que habían roto valores como la amistad, la confianza y
el no respeto a la intimidad. Terminaron pidiéndoles perdón a sus compañeras",
recuerda. "Pudimos atravesar el tema, pero fue clave el involucramiento de todos:
chicos, familias y colegio", puntualiza.
Pero no todos los casos
tienen este desenlace. En el colegio de Lucía, el chico que tenía las imágenes
niega haberlas generado, aunque no sabe explicar bien por qué las tenía en su
dispositivo. La familia de ese estudiante amenazó a las adolescentes que
encontraron las fotos con hacerles juicio. Aducen que fue una invasión a su
privacidad. Todos los días, Lucía sigue compartiendo el patio en los recreos
con él. Hasta el momento, el único costo por todo lo ocurrido lo está pagando
ella: hace algunas semanas, le pidió a su mamá comenzar terapia.
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